11.6.07

la política online


- No me gusta Soda Stereo y no me gusta Macri. Eso no me hace opositor: escuchar Juguetes perdidos y votar a Filmus con la misma convicción del voto orgánico sucesivo desde 2003 en adelante, no me vuelve un entendedor de la circulación básica del ciclo político. A mí me gusta la política, en cualquiera de sus formas. Lo otro, es pose.
- No me gusta Cerati porque roba melodías. Antes por lo menos le robaba a Echo and the Bunnymen, ahora un hit reciente denuncia un midtempo del tono de piano de Imagine: un ladrón de guante negro que ya ni siquiera hurga en la batea de los hits alternativos y se conforma con los clásicos berretas que escucha en su Sony Walkman.
- Macri no roba melodías. Que ellos reemplacen encuestas y grupos de difusión como los que armaba el Pepe Albístur para la campaña sensacional de Menem en el '89 por focus groups no es el fin de la política: es la política. El fin de la política -que
también encarna Macri- es el show mediático de las ideas: ideas de derechas, ideas revolucionarias, ideas de izquierda. Una idea, válida, puede ser también un show.
- Duhalde miraba encuestas. Kirchner miraba encuestas. Macri miraba encuestas. Algunos usan a la gente. Otros no la entienden.
- La gente es un término fascista. Desde García Hamilton a Carrió, todos los que leyeron como el orto a Agamben, a Arendt, a Foucault, son fascistas. El sentido común es fascista. La Coalición Cívica fue muy fascista. La guerra psicológica fue bastante fascista.
- Voté a Kirchner en el 2003. De ahí en adelante voté a toda la plataforma del Frente para la Victoria entre el ejercicio convincente y el útil, al cual considero un voto válido. Voy a votar a Kirchner las veces que sean necesarias. En mi mundo progre, blanco, rencoroso de mi clase, universitario, cristiano, pop, Kirchner es el mejor candidato existente.
- Todo esto que estoy anotando es fascista.
- Kirchner es parte de un error: un presidente cuya popularidad se basa en un crecimiento del orden del 7, 8, 9 % anual más una política de Estado a la izquierda de la población civil, un armado de poder inteligentísimo y una cuota de militontismo snob que supone que la política hoy es una película de María Luisa Bemberg, un rictus de Norma Aleandro, una canción de Víctor Heredía, un libro de Bonasso, un disco remasterizado de Inti Illimani, un fascículo de Feinmann: no está mal que Kirchner confronte, está mal que lo haga desde una cultura edulcorada. Se pierde lo importante: el debate en la ciudad es
un debate de modelos antagónicos pero el nuestro, nuestra posicion, está corrida. Cerca del núcleo, sin ser el núcleo.
- Creo en los setenta tanto como en los noventa.
- Pero resulta que la familia Bemberg hace mucho que vendió Quilmes y hoy Quilmes pertenece a capitales brasileños, su equipo está descendido y el municipio gobernado por un representante de la vieja política que se armó un logotipo pop con su nombre, en tonalidades de azul ambarino y verde esperanza. Hoy cualquier ciudadano que consume una cerveza con los colores de la bandera patria está transfiriendo fondos a la nación del corrupto y extraordinario gobierno de Inácio Lula Da Silva.
- Según una encuesta reciente, Lula es el mejor presidente del mundo para la mayoría de los argentinos.
- A la Coalición Cívica Montonera la apoyan el páginadocesimo blanco, los hijos de Augusto Conte, los de Oscar Alende, el socialismo sin militantes, los decembristas más inteligentes, el progresismo bueno, el progresismo malo, el gran Monseñor Piña. Muchos votantes de Mauricio Cerati no saben quién es Conte, quiénes formaron parte de la patota de Alende, nunca escucharon un disco de Echo and the Bunnymen, no tienen el primer disco de My Bloody Valentine bajado en el emule, no viven en Misiones -Macri sí, Macri tenía el domicilio en regla para votar a Puerta-, no saben que Puerta fue presidente, no saben quién es Puerta y creen que Victor Laplace fue un gordito que hizo de Perón. No saben que Esther Goris chichoneaba con un Rodríguez Saa. No se acuerdan de la pieza pictórica "Adolfo contra los gorilas". Ni siquiera saben qué es un gorila.
- Para mí la campaña de Filmus fue extraordinaria. Pero no se puede hacer política sólo con la gente que no ha vivido equivocada.
- La campaña de Macri también. No roba melodías.
Chilenización: dícese del tipo de gobierno que no puede gestionar en la ciudad fuera de los términos socio-culturales de lo público instauradas por el ibarrismo, a instancias de delarruismo. Ver también, conformación socio-sintagmática del término menemismo.
- La política, todo, es continuidad. Como decía el viejo que también odiaba a sus personajes -Bioy amaba a su clase, Viñas a las clases de Sartre- es una constante con variaciones.
- Siempre vivimos gobernados por la peor de las culturas posibles. Que, en términos políticos, es siempre la mejor. Lo malo es lo que no queremos ver.

4.6.07

La jugada de Telerman ahora es astillar los tres o cuatro puntos de diferencia arriba por parte de Filmus subrayando el contundente apoyo de la mayoría de la población para con Macri, operación retórica que sirve para desarticular el triunfo del FPV para aminorar su tercer puesto. Digna forma de terminar de morirse, al cadáver político le queda esa movida y desaparecer: no su derrota, pero sí los veinte puntos de diferencia entre Macri y Filmus habla del fracaso del progresismo en la ciudad -así como el giro progre de la campaña de Durán Barba, a la vez que busca tentar al electorado que se le escapaba por poco a Macri hasta hace dos años, también impone la chilenización de todo gobierno capitalino en tanto la superficie progre es lo que legó el delarruismo primero y el ibarrismo después como condición de posibilidad para la seducción del electorado. Lo de Filmus no me queda claro si es el fracaso de Bielsa, el éxito de una excelente campaña o el márgen que le queda a K como exponente de lo que se opone a la derecha y que Carrió no representa en absoluto. Me encanta sí el fracaso de esta clase dirigente, aunque demuestre la inexistencia del progresismo en hábitats políticos más allá del menemato. Telerman es un político mediocre, apto sólo para las semblanzas de Tomás Abraham, y Carrió como Macri un conductor testimonial que, a diferencia del heredero de Socma, no tiene a nadie a quien hablarle. Veremos que pasa de acá a una semana con las encuestas.