30.1.07

reduccionismo no no

Un mapa político de Uruguay muestra mi presunto recorrido para la última quincena de febrero, en fácil concordancia con los últimos dichos de Eugenio Zaffaroni. Hasta entonces, el 2006 todavía no terminó y el 2007 aun no empezó. Estoy en un momento gramsciano de mi vida. O duhaldista, tal vez. En todo caso, me encierro en los pocos ratos libres que tengo a ver El evangelio según San Mateo en formato dvd/x, downloaded via torrent. No hay cosas mejores para hacer. Buscando una cita para un texto que todavía no terminé de escribir, me senté a leer ese exemplum de esoterismo filosófico de título La comunidad organizada, editada, 10 años atrás, por el Instituto de Estudios Peronianos (que como me dijo ayer mi padre, parece el peor receptáculo para intelectuales caucásicos post-guerra sucia) y que aboné con pocos pesos convertibles en una mesa de saldos de la calle Corrientes, algunos años atrás.
En un esfuerzo desmedido y gratuito, transcribo a continuación algunos extractos del primer prólogo del libro que, cada vez que lo leo, sino me parece revelador, al menos me tira abajo varias teorías formateadas por La Academia.

“El Justicialismo es en esencia, la búsqueda de una relación de armonía entre el hombre y su medio, que le permita mantener un justo equilibrio entre el crecimiento individual y el de la comunidad de la que forma parte.
Con gran agudeza política, el General Perón, pudo ver cincuenta años antes de la caída del muro de Berlín la incongruencia de las doctrinas materialistas que masifican al ser humano en pro de una promesa de bienestar común que se torna irrealizable con un hombre disminuido por la falta de libertad.
Con igual convicción desechaba por esos años la idea de un liberalismo insensible a la realidad de los más desposeídos y lanzaba al mundo su propuesta superadora, armonizando la libertad individual con la Justicia Social.
(...)
Cuando llegamos al gobierno, convencidos de que nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza, liberamos las fuerzas del mercado con el objeto de poner a nuestro país en situación de competir con este nuevo mundo de la globalidad. Este inédito modelo que dimos en llamar Economía Popular de Mercado, es un sistema económico que nos permite crecer sin olvidar que lo prioritario es el bienestar del hombre.
Con este objetivo presente, hemos logrado estabilizar nuestra moneda en un 0% inflación anual, luego de haber alcanzado en 1989 picos de 2000%, derrotando así, definitivamente, ese verdadero impuesto a la pobreza que sumía a nuestro pueblo en la desesperación.”
(...)

De más está decir que la firma, con fecha de marzo de 1996, pertenece al Dr. Carlos Saúl Menem, el mismo que en el ’73 le decía a su público, desde el ágora riojana, que eran “hermanos en Cristo y el socialismo”. Esa etiqueta (Economía Popular de Mercado) me obsesiona. Es, dentro del cinismo del que “ya lo vio”, una frase monstruosa, genial en su sintaxis programática. Algo así como demostrar que el menemismo, o lo que haya sido, fue algo así como una “vía antiperonista hacia el peronismo”. O viceversa.
Como cita, me sirve como post. Pero también para pensar, una vez más, en la tesis primera de la democracia: el continuismo como trágica palabra clave. Alfonsín, en esa línea, es un dramático y enorme ejemplo.
Después la sigo.

26.1.07

bienvenida a la jungla, rey

la lluvia traerá
cortinas oscuras
días invisibles en el sueño
pesado





(Media pila, S. Sólo faltás vos)

marcelo

"Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes. Si bien competimos para ganar, y trabajo de lo que trabajo porque quiero ganar cuanto compito, si no distinguiera qué es lo realmente formativo y qué es secundario, me estaría equivocando."

22.1.07

come back pachorra





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20:17 (hace 23 minutos)

y tambien te extrano, creo que la metafora que elegiste es la mejor foto.
antes que nada te cuento que este teclado no tiene ni acentos, no signos de
interrogacion ni un carajo.
este viaje es increible, ahorita estamos en una playa en el estado de
Oaxaca, se llama Puerto Escondido y tiene lugares de caribe y lugares de
olas que no te podes banar porque te matan. estuvimos unos dias en Oventic,
un caracol zapatista y es medio chamullo. se venden para las fundaciones de
italianos y espanoles que vienen y dejan su dinero. despues te dare los
detalles pero creo que en Carrillo hay mas cuadros.
vos cuando te vas. y cuando volves.
bueno, te mando un abrazo grande y espero que todo vaya bien

no estoy de vacaciones, estoy en cualquiera

Esperando a que me hagan un conducto, en el consultorio de Talcahuano y Santa Fe, leo y releo ese manual de estilo llamado Luz de agosto. Entonces reviso este subrayado: "Porque -piensa Byron- cuando alguna cosa se convierte en costumbre, siempre está a mucha distancia de la verdad y de los hechos"
Leer a Faulkner en verano es como una droga: además de la moda de las sedas transparentes, es otra manera de escapar del fundamentalismo laboral pre-vacaciones y el verano político que se revela con mayor intensidad en la edición dominical de Página/12, cuando hay que esperar hasta la página 10 para encontrar la primera noticia relevante sobre realidad nacional.
También puede ser una forma íntima de reproducir el doble discurso de las influencias y sus angustias. Varios años atrás tuve una situación levemente similar: en el registro de propiedad industrial, sobre la recova de Paseo Colón, junto a la Federación Gráfica Bonaerense, esa que tiene en la fachada el lema "sólo el pueblo salvará al pueblo", esperando a que me atiendan para tramitar la marca de un fallido proyecto autogestivo, me puse a leer Cicatrices.
Después, en La narración objeto, Saer le va a dedicar un apartado a Faulkner, dándole un marco intimista avant le blogger: el capítulo cuando, a sus diecisiete o dieciocho años, pasó un día entero leyendo Mientras yo agonizo y cómo su regreso al mundo real, luego de las horas hipnotizadas frente a las páginas del libro, cambia radicalmente tras la lectura de ese título fundamental del autor sureño.
Saer fue un gran lector de Faulkner, aunque a mi gusto un poco afrancesado. Pero hay algo que entendió cabalmente, más allá de sus displicencias made in Sorbona, y, según creo, se percibe bien en títulos como Glosa, con esa grandilocuencia masónica que caracteriza a cierta cámara de escritores que ven en el lenguaje o en el progresismo sin cortar un refugio de la cultura, como el del soldado raso Quiroga: Saer fue el autor de esa frase maravillosa que alguna vez reprodujimos acá: un alfonsinista de izquierda.
Saer, en definitiva, nunca tuvo personajes negros.
En Faulkner, por lo demás, hay una clave, gema y modus operandi de los más brillantes opus que tuvo la mejor literatura de los últimos dos siglos, empezando por el filósofo trascendentalista Ralph Waldo Emerson: la norteamericana. Si tipeás el término "operación" en el buscador de la Real Academia Española, la página te devuelve una serie de entradas, ordenadas por frecuencia relativa, en cuyo orden figuran una serie de doctos documentos académicos: la mayoría de ellos son completísimos y remilgados estudios de referencia de la novela histórica, el realismo y la concepción popperiana de la narración como característica del lenguaje humano. Uno de ellos, firmado por doña Carmen Iglesias, lleva el título De Historia y de Literatura como elementos de ficción, y da lugar a éste párrafo perdido que referencia al escritor gallego Gonzalo Torrente Ballester, autor de Las islas extraordinarias: Juzgar a los hombres «con pautas de perfección», «de ultrahumanidad», como ocurre en ciertos escritores, resta para Torrente validez a sus juicios, pues lo que hacen es suplir la carencia de imaginación por «la sátira, la moralidad, la ideología o la pornografía»
Yo cambiaría ultrahumanidad por humanidad, o pautas de perfección por encubierta plataforma aliancista, por ejemplo.
Hay una idea equivocada, según mi modesto criterio, acerca de la política que la coloca como una esfera per se y se podría rastrear en cierta asimilación de la recepción tipo CQC: aquélla que la ubica como un agente externo sobre la cual, a través de un extraño giro de denuncia, cinismo y natural hastío, se hace sistema (para usar un término sarleano) a partir de cierta desaprensión.
Lo mismo ocurre con determinada cantera del periodismo que, cuando no empuja alguna clase morbo de la conciencia progresista, traduce el devenir de la ciudadanía como mera víctima de las operaciones políticas (in)mediatas. En literatura eso se traduce, en algunos casos, como prosopopeya del político corrupto o en el mejor de los ejemplos, un realismo atravesado por el hilo social de un zeitgeist generalmente elaborado en la mesa chica de Artear S.A. Un emotivo caso de esta intentona podría ser Frivolidad, del exiliado gesellino Juan Forn, el mismo autor que editó un libro de conversaciones con el referente asambleario Enrique Pinti.
Toda esta perorata es para hablar del "clima", la verdadera obsesión de este espacio. Me gustó este párrafo del último post a la fecha del autor de Lampiño: "Fontevecchia, como Lilita, supone que el microclima de las operetas políticas es el que respira la sociedad, y entonces no entiende el tipo de vulgaridad que comete al asociar "los modos" del gobierno nacional con los fascismos."
En algún punto, o en todos, las burdas prioridades de Enrique Albistur y el PJ porteño a través del matarife Szpolski terminan cometiendo el mismo error. Un título como "La vergonzosa operación del gobierno" termina revelando, o bien una forma lavada de la antipolítica, o bien esa impresión que hace de la vida política un mártir idiota de la "operación", que vendría a ser lo mismo -y a mí, en lo personal, me chupa un huevo. Al final de cuentas, la pelea entre el multimedios Frente para la Victoria y la PyME negrera de Perfil, se va a limitar a ser el objeto transochado de algún bloggero aburrido, como quien suscribe. Los efectos que el crecimiento chino y los avances económicos que bien ponderan los mismos detractores reales o simbólicos de este gobierno tienen sobre el grueso de la sociedad y la vida cívica, por poner un ejemplo, son los que deberían determinar la estructura de nuestra pequeña ficción política. Dejemos de pensar en el marketing, y pensemos en los consumidores.

Ahora pienso en formato blogger: me acuerdo de ese gran libro del propagandista peruano Mario Vargas Llosa en el que el fantasma omniprescente de la estructura autoritaria del Círculo Militar terminaba por servir de soporte para la historia de unos chicos encerrados en el círculo vicioso del sistema social. El personaje principal se llamaba, paradoja hispánica, Alberto Fernández.
(...)
(Gracias Santino, por las correcciones pertinentes)

11.1.07

mañana

"En el Jardín Botánico (1892 - 1914) que formó y donde se domiciliaba con su familia, ha dejado reunida la flora de provincias argentinas y de otras regiones del mundo; en el ha ejemplificado los tres tipos de diseño paisajístico: simétrico, mixto y pintoresco. El Jardín Botánico de Bs. As. fue el resultado de las investigaciones desarrolladas por Thays acerca de las características forestales de nuestro país, y como corolario de las cuales formuló propuestas para la formación de parques nacionales, con el objeto de preservar "in situ'' los conjuntos florísticos más valiosos de nuestro patrimonio florístico."

5.1.07

mi 19 y 20


NO a los centros de esparcimiento solventados por los plazos fijos y la rentabilidad del sistema de retiro del Credicoop.

SI al ghetto obrero y evangelista (un saludo al Beto Zamarbide)

NO a la vanguardia blanca, el populismo de country y el ahistoricismo receptivo tipo CQC

SI a la resistencia, el mensaje y el sonido brutal

El metal duro fue mi banda de sonido durante los primeros años de la década del '90. No escuchaba trova: todo lo que sé lo aprendí con Víctimas del Vaciamiento, los festivales en Cemento, el tetra con tang y la petaca de bolskaya. Antes de que la Bersuit dejara el proto-trosquismo y se acercara a Lanata, Hermética, Logos, Horcas, el rock pesado argento in toto cantaba la resistencia, no a esa categoría socioeconómica que todos repetimos -neoliberalismo- sino a la marginalidad cultural y el desprecio de lo superficial. Cualquiera podía escuchar De Pismanta a Bauchaceta en un pool de Gerli a Caballito, pero nadie se bancaba que lo escucharas y vivieras de luto cultural. Por eso, en este año electoral, y en un enero nostálgico, desde el Robi presidente a la asamblea siliconizada de Gualeguaychú, renuevo mis votos con la campera de cuero y el reflejo de mi presente.

2.1.07

perdón por el adverbio terminado en -mente, gallo

Para el periodista Dario Gallo y redactor de la Revista Noticias, dueño de una particular sintáxis (dividir el nombre propio y la profesión de la condición de militante kirchnerista) le parece rarísimo que en la conferencia de prensa, Luis Gerez, tal como lo hacen habitualmente Kirchner y Alberto Fernández, no haya aceptado que los periodistas le formulen preguntas.
Todo bien con las suspicacias. Pero suponer que un alineamiento interno de cara a la prensa (el "humilde albañil" es un "militante kirchnerista") es igual a la sospecha de un secuestro armado para beneficiar a la administración K, es de una cortedad trasnochada. O a Gallo le fermentó la sidra o se puso en línea con los muchachos de Clarín.com, que el sábado se mandaron esta gaffe:
"Por su parte, el diario Folha de Brasil destacó que Gerez "apareció herido y en estado de show (sic)"

1.1.07

hace cuarenta de térmica, abomba y no hay ganas de escribir

"El crudo de la escena esa en el auto, volviendo de Retiro a las tres de la mañana, y en un rapto de lírica, mencionar la palabra brecha. Tanza manejaba, golpeando la cara interna del dedo índice contra el volante al compás de la música. En la radio, la voz miorelajante del locutor anunció la hora y el estado del tiempo y después dijo algo así como: feliz año o bienvenidos al nuevo año que comienza o comienza un nuevo año, este, en Buenos Aires, Argentina y después siguió con la programación: una catarata de clásicos de los ochenta, temas históricos de los primeros años de la televisión por cable y las bandas de sonido y las grabaciones caseras y los himnos generacionales que ahora escuchan los treintañeros y los cuarentañeros en las fiestas retro.

Íbamos a dejar a Carla arriba del micro 201 de Chevallier con destino a Mendoza. Quince días después, nos llamaría para avisar que no volvía, que había conseguido un trabajo, tal vez una fundación que la contrate para redactar informes sobre producción local y comercio bilateral con Chile.

Tanza manejaba. La virtud de manejar era que iba concentrado en el camino, la panorámica abierta y recta contra el parabrisas, callado, apenas tarareaba y, cada vez que pasaba los cambios, le acariciaba la rodilla a Carla. Todos íbamos en silencio, Carla con media botella de sidra en la sangre, mordisqueaba un turrón de crema catalana y de vez en cuando contaba algún chiste para aflojar el cansancio.


Esa noche, Tanza nos había preparado unos langostinos y los comimos con salsa golf y vino blanco en la terraza y después discutimos qué camino tomaríamos hasta la estación: si hacíamos Acceso Oeste hasta la bajada en Jujuy o mejor en 9 de Julio, derecho hasta el Bajo.


En las estaciones de servicio, los playeros que hacían turno nocturno cambiaban las pizarras de los precios de la nafta y el GNC a valores en pesos, y Carla practicaba la eliminación de los ceros en el tipo de cambio para calcular los gastos del viaje. No me acuerdo si eran cuatro, cinco o seis ceros pero Carla esa noche nos dijo que con lo que llevaba se podía quedar tranquilamente un mes y nosotros la imaginamos feliz y relajada en la ciudad de las baldosas, recorriendo bodegas y conociendo a otros como ella que hacían turismo interno y barato la primera quincena de enero.


En realidad, nada de lo que pasó esa noche y los días siguientes es importante porque no pasó nada. Para nosotros, ése fue el año en que se fue Carla y a Carla nunca más la volvimos a ver aunque estuviese nada más que en el otro costado de un mismo territorio nacional y con el tiempo hayamos empezado a mandarnos algún que otro mail, esporádicamente.


Una tarde que fui a tomar algo a un cibercafé, me la encontré en el mIRC y nos pusimos a chatear. Su nick era Paciencia Divina. Me contó que había conocido a un chileno de la Quinta Región que hacía una pasantía en Administración de Empresas con la Universidad del Cuyo. Por él había conseguido un trabajo en una oficina de Lan y estaba progresando. Se adaptaba bien a los cambios: su nuevo novio era el primer encargado de Recursos Humanos y la tecnificación de los programas contables no le generaba ningún problema, a ella que siempre le había gustado las matemáticas y la computación y tuvo la primer 486 del grupo, como decíamos nosotros.


Eso lo había aprendido en la empresa y con su novio y cuando volvió a cambiar de trabajo y lo aprendían los estudiantes de Económicas y de Empresas: ciclos de ocho años de duración, predicciones de corto plazo y adaptación al esquema vigente para obtener mayores índices de rentabilidad.


Esa tarde también me preguntó por Tanza y me preguntó por el nuevo departamento de Tanza y si finalmente se había recibido, creo que dijo estudiante crónico, y yo le dije que sí, que ahora vivía en Caballito, que el encargado de su edificio era un ruso que había estado en la guerra en Afganistán, y que Tanza ahora practicaba aikido en un dojo de la avenida Córdoba. Defensa personal, le dije.


Me acuerdo porque por esa época yo iba una vez por semana a su departamento. Tanza se vestía con shortcitos cortos, una remera de la maratón Carrefour, me hacía una toma para demostrarme lo que había aprendido, fumábamos y después nos quedábamos en el futón viendo un programa de chimentos por canal 2 o en E Entertainment Television y bajoneábamos.


Con el tiempo, dejamos de hablar de Carla porque Tanza se ponía nervioso. A los pocos meses, se peleó con la dueña del departamento y el martillero, que era el único contacto más o menos fiel que le quedaba, le soltó la mano, así que se mudó a un departamento más grande, muy barato, un PH, sobre la calle Maza.


Le decíamos El Ateneo porque entre las cosas que habían dejado, había un cuadro de Balbín. Chino, jóven, blanco: yo no lo reconocí y Tanza se confundió y me dijo: fue el presidente más honesto que tuvimos: salió más pobre de lo que entró.


Después, lo dejé de ver por un tiempo. Creo que él y Carla volvieron a hablar, que por lo menos una o dos veces se cruzaron en el messenger y también chatearon. Yo ahora tendría que revisar su historial para seguir escribiendo. De eso no entiendo nada, le dije cuando me preguntó por el trabajo de Carla en Mendoza, la última vez que lo vi. De esto, hace ya un par de meses atrás."





Retiro, leído el 26/12