19.10.06

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Así como cinco minutos de spot televisivo dejan percibir los coletazos del superávit en alza y aparecen en horario central largos segundos publicitarios de terceras marcas con películas de bajo presupuesto -terceras marcas o productos marginales: una soda, por ejemplo, durante el corte de Montecristo- así cierran o se banalizan proyectos narrativos y se exprime la culpa hacia los influjos del poder oficial. El oficialismo omnipresente, suponen, secuestra el lenguaje informativo y lo obstaculiza tajeando su libertad, condenando, como corolario, el espesor de su alcance -tan desmesurado en el solipsismo del oficio como su propio estatuto- a las coordenadas espacio-temporales de la Citanova oficial. Fontevechia, en la era en que el presupuesto es el mensaje, puso en escena el drama de la publicidad oficial como nunca antes en democracia. ¿Fue el gobierno de Menem el gobierno con mayor libertad de expresión? Tal vez; sin descontar con eso que lo pendiente parece ser una retrospección que posibilite observar hasta qué punto cierto poder oficial vive, respira, crece y se historiza en la calidad de su oposición. Ningún término más usado y más vacíado de un tiempo a esta parte que el de "alternativa". Y es saludable que ciertas cosas hayan pasado.
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No hace falta una gran sensibilidad. Digo: con una mínima sensibilidad al reporte informativo es suficiente. Dos paralelas que podrían ser temporales; una, para recurrir a la cuña viñiana, constante con variaciones -las elecciones- y otra, también, aunque sus oscilaciones hayan sido tan prostuituidas por la izquierda desprogramada como cooptadas por el poder real -en toda su valoración- que resulta incómoda su presencia en, digamos, una charla de mesa: o le prestamos cierta atención medida o la ignoramos con humores cansinos. Por eso, de lo que pasó ayer se pueden suponer muchas cosas: una puja interna, un rigor mortis feroz del duhaldismo mediante los muchachos de La Plata -con la anuencia o no del Mono Venegas- como suponen los diarios part o full oficialistas o los funcionarios Kunkel y D´Elia, o la caída del discurso representativo que, como sucedió con la clase política durante los meses del sonido y la furia latosa decembrina, hoy le llega a la clase sindical. Dice Fede: "Lo mejor que puede pasar es probablemente lo que va a pasar: al igual que el 19 y 20 de los políticos, no se van a conformar sindicatos clasistas horizontales en reemplazo de la burocracia sindical. No se van a ir todos para que venga...DeGennaro. Pero probablememte esa "burocracia" tienda a modificarse, a adecuar sus formas, sus usos y costumbres, a pulir sus bordes mas gruesos, incluso a depurarse, con el objeto de no desaparecer, de volver a representar." Eso o su per saltum económico.
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¿Y Kirchner? Hoy tal vez resulte menos entretenida la columna de Joaquín en La Nación que la osteoporósica agenda setting del portal de Fontevechia. Extraño es el mundo de la política, ya que la cosmovisión cambia de un día para el otro. No por nada, en la caucásica familia de padre negro, Perfil es el Willis de Página/12: tiene algo de la inconsistencia rabiosa que tuvo Página aquél 20-12 sin su cuota de mística -entendiendo el término tal cual lo pensó el think tank del Partido Auténtico Federal. ¿Qué fue para el peronismo? ¿Qué fue para Kirchner, principalmente? Principalmente. Tres acontecimientos en un mes -López, Francés, Vicente- que marcan una cierta expectativa: en política no hay, nunca termina de haber una fuga hacia adelante completa ni un apocalipsis que aborte una era y puje otra de un período al siguiente. Nada grave, supongo. Pura expectativa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

atentas conclusiones, compañ. Pero la intro pseudocensura (y la prodigiosa narratividad con q planteàs la respiracion-de-la-oposicion) no se termina alineando al menosprecio de la politica de ddhh del oficialismo? no.se.. en parte yo soy de las de humores cansinos, incomodidades en la mesa, pero. me dejaste pensando
sds