27.1.06

ser padres goi


En la semana en que una vieja capa cutánea penetrada quince días atrás por el sol de Pocitos en mi enero montevideano acaba por desgañitarse y un orzuelo brota pendenciero amoratándome el ojo derecho a pasitos del tributo a Kiss, no sé sobre qué escribir. Cuando una serpiente pierde su piel / y su corazón. Pero mi corazón sigue ahí, en el mismo lugar, ávido de palpitaciones, como un maldito tic-tac, como una de esas pastillitas que prueba en la publicidad un oficinista de obsceno bigote falso. Como yo. Subí una foto de Yasser y no sé -no sé ni siquiera si es real. Vivimos la época de la fake politik y lo que nos queda es que al menos es política. Pero los noventa también lo fueron. Por poner sólo un ejemplo. Comenzamos el año de la coca y Hamas; pero también el de los halcones, Ibarra, Rodríguez Larreta, Felisa, Uruguay, Jorge Herralde, Strassera, la Davis en el sur, Proust, Blanqui, el fin del vintage, la ciudad a la derecha y los monguitos a la izquierda, Claudia Piñeyro, las glosas de Saramago, yo leyendo a Giannuzzi el 31 a la noche, yo borracho a las 12, yo escuchando a los animales super peluditos el 1º. Restos diurnos de todo. La paranoia es insalvable. Escribo sólo para calmar las obsesiones de hoy: la fragilidad de la experiencia como registro y mecánica narrativa, los yeites de administrar la patria grande, los fragantes maxilares del tiempo público. La guerra es eso: gente que se muere, se muere, hasta que ya nadie los ve. A la hora de escribir, de pensar, de refutarme, la política me ladea desconfianza. Mi problema con el aqueo Néstor es que la política K la hacemos nosotros y nos la hacen. Lo peor que nos dejó la literatura y el cuarto poder no fue Fresán. Fue la política como objeto identificable. Nací en el '81 con Reagan a la cabeza y Galtieri al palo, tuve en mi pieza un póster del Frepaso en el '95, un cartón sublingual en Cemento en el 2000 y no sé más. De mis últimas mini-vacaciones en Montevideo sólo recuerdo que no hablé con nadie, leí mucho, escuché catorce veces Noche de perros, un mail me hizo acordar a Enrique Molina, tomé muchas Pilsen, escuché en un restaurant del centro a un uruguayo y cuatro brasileños hablar maravillas de Buenos Aires en invierno y en ningún momento pensé en Piazzolla, caminé loco por la ciudad vieja, compré algunos regalos y entre ellos un compilado mal puntuado de Felisberto impreso en Uruguay que me retumbó lo siguiente: Pero no creo que solamente deba escribir lo que sé, sino también lo otro.

welcome to the terrordome


Mi disco de la semana


Public Enemy
Fear of a black planet
1990

26.1.06

un blog para el desierto de ideas

es una pelotudez y tal vez alguien lo haya notado antes. pero siempre me sorprendió mucho que rodríguez zapatero sea tan, pero tan parecido a boy george

25.1.06

la patria glande

Es común entremezclar elementos de psicología social con políticas socio-económicas, disputas históricas, reacomodamientos coyunturales de fuerzas, agenda setting, corrientes de opinión, supuestos anquilosamientos del relato político que permiten erigir el dedo acusador de una hipotética felonía a la pose consecuente y, mutatis mutandis, la estrategia seria de un país donde, izquierda y derecha, te corren por el otro lado… La política del vestuario es cara a todos los estratos de convivencia. Suponemos que la disputa es, en términos de arrogancia, una pelea por ver quién la tiene más larga. En la región (¡la región!) se sabe: Brasil porta bien y Argentina, en el difuso crecimiento chino de una economía monoproductiva y un pasado reciente que le brinda las cicatrices vitales de la experiencia, ha sabido aprovechar muy bien la catarata de spams que anuncian en tono unicode: enlarge your penis. ¿De qué se trata? ¿Es tan fácil emitir una opinión en un revuelo de papeleras y amenazas de TLC’s –y acabar ahí?
Obvio que no. Acá, por ejemplo, hay un muy interesante texto al respecto -o al menos, lo que tal vez sea mejor, una lúcida propuesta por ubicar la discusión en otra parte. Y es que las aristas son muchas, muchas, y está bien. El medio ambiente, los riesgos de primarizar la economía, la construcción desde la región, los problemas de planificar a partir del derrame interno, inclusive la tan mentada soberbia de nuestros gobernantes. Pero tal vez antes de que comiencen los gases de ENCE y Botnia, otra polución recalienta los ánimos y el verosímil y, de repente, Eleuterio Fernández Huidobro se pone a la derecha de Andy Oppenheimer. No. Sabemos que Andy se regocija con las izquierdas brasileñas, chilenas y ahora uruguayas –había que oír a los muchachos de Brokers alabar que el Pepe Mujica se mueva en una Siambretta y los montos locales en coches lujosos, separando aguas entre Tupamararos y Montoneros. Es que la clave política (¿será también ideológica?) pareciera plantearse hoy en términos de aggiornamiento. Sí: hay torpezas y mascaradas, acá y allende el Río de la Plata. ¿Será, acaso, que hoy estamos discutiendo el poder...?
Todos corren. Habría que revisar términos como transmutación cuando Busti, un menemista del '45, se alista de golpe en la paz verde apoyado tanto por vecinos y profesionales como por empresarios. (A todo esto, ¿en qué andará el Ova Mércuri?) La mano invisible no tuerce el giro a la izquierda pero lo institucionaliza. El Mercosur de Fernando Henrique y Carlos Saúl no es inmediátamente bolivariano -y eso hay que bancárselo. Mientras tanto, el ranking de los artículos más leídos en el gran diario entrerriano con búscador francés va de Emilia Attias al programa de Casero. Ni dos ni tres ni mil Fray Bentos. En política también: el stencil es un tigre de papel.

24.1.06

bad influence

Todo iba a empezar como un flirteo lúdico; tal vez algo de zeitgeist; o quizá la extraña influencia de los dichos de la inefable (?) Gaby Bex en la última Oliverio. Lo cierto es que la poderosa red Echelon de Santiago Llach me empujó al vértice de los enlaces paranoicos y aquí estoy. Dando el paso. Reggae de paz y amor. Damos por inaugurado el C.C.R.R. Gracias. Efectivamente: veremos de qué se trata.