26.10.06

que los demócratas se queden con la narrativa actual

El viernes pasado tuvimos una cena top: sushi con sauvignon blanc en el restó del Jardín Japonés, mientras al lado nuestro -por azar de las reservas- cenaban Tití Fernández y señora. Es llamativo: en una hora y media junto al ancestral paisajismo minimalista japonés y bajo un cartel que prohibe fumar, se puede incendiar el costo de una canasta básica semanal en un plato de nigiri o tataki, da lo mismo. O tenés una linda heredera de linaje nipón, por ejemplo, que te pronuncia la carta de vinos y las cepas como si te leyera un indescifrable dialecto oriental. Las peores son las argentinas puras; puro efecto de la precarización laboral. A los pocos minutos de ordenar, por un error de la rubia, que confundió los números de mesa, nos trajeron los platos de Tití y señora; reparado el error, la sra. Fernández nos invitó graciosa a picar de sus platos; yo, apurado, sólo atiné a preguntar un "¿nos convidan?", mirando de refilón a Tití: él se limitó a sonreirnos en silencio y a mí me pareció tan distinto al retacón histriónico de las medianoches post Fútbol de Primera: vi, entonces, a un simple periodista deportivo, tatuado en su physic du rol el corte barrial y dominguero, beneficiado por el talento de un paraguayo brillante que invirtió en el momento adecuado el destino manifiesto de la república democrática: Argentina para las depositarias de fondos latinoamericanas.
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No se trata sólo de acción. Hay una novela que escribió hace unos años Juan Forn. Se llama Frivolidad. La editó en 1995. Cinco años antes, editaba un libro de conversaciones con Enrique Pinti, ese operador de la cultura media caucásica que consume lo que no puede votar.
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No se trata sólo de acción pero es una pata. Sé que la estática de mi obra nonata se debe a una pulsión anti-aira: encima ahora, mientras leo ese ejercicio pigliano llamado Museo de la revolución (Kohan intentando hacer algo que, por el momento, sólo pudo actualizar, a su manera, Pauls -si hasta Tesare, fijate, parece una especie de Rímini erpiano-) estoy tratando de hacer un update sobre las relaciones entre literatura y periodismo, en los años del fin de las alternativas.
Prometo, dentro de poco, también, explicar mi programa actual: liberal populista.

Mientras tanto, cansados de la inacción de vernissages sostenidas por los intereses pecuniarios post-moscovitas y la tilinguería progresista capitalina, contra el jipismo y la interpretación, estamos armando, con los compañeros, un tinglado.
Convocamos a poetas trosquistas, narradores que leen Clarín, artistas que sueñan con playas gallegas y militantes bakunianos.
Los interesados, manden mails.

El único realismo es peronista.

19.10.06

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Así como cinco minutos de spot televisivo dejan percibir los coletazos del superávit en alza y aparecen en horario central largos segundos publicitarios de terceras marcas con películas de bajo presupuesto -terceras marcas o productos marginales: una soda, por ejemplo, durante el corte de Montecristo- así cierran o se banalizan proyectos narrativos y se exprime la culpa hacia los influjos del poder oficial. El oficialismo omnipresente, suponen, secuestra el lenguaje informativo y lo obstaculiza tajeando su libertad, condenando, como corolario, el espesor de su alcance -tan desmesurado en el solipsismo del oficio como su propio estatuto- a las coordenadas espacio-temporales de la Citanova oficial. Fontevechia, en la era en que el presupuesto es el mensaje, puso en escena el drama de la publicidad oficial como nunca antes en democracia. ¿Fue el gobierno de Menem el gobierno con mayor libertad de expresión? Tal vez; sin descontar con eso que lo pendiente parece ser una retrospección que posibilite observar hasta qué punto cierto poder oficial vive, respira, crece y se historiza en la calidad de su oposición. Ningún término más usado y más vacíado de un tiempo a esta parte que el de "alternativa". Y es saludable que ciertas cosas hayan pasado.
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No hace falta una gran sensibilidad. Digo: con una mínima sensibilidad al reporte informativo es suficiente. Dos paralelas que podrían ser temporales; una, para recurrir a la cuña viñiana, constante con variaciones -las elecciones- y otra, también, aunque sus oscilaciones hayan sido tan prostuituidas por la izquierda desprogramada como cooptadas por el poder real -en toda su valoración- que resulta incómoda su presencia en, digamos, una charla de mesa: o le prestamos cierta atención medida o la ignoramos con humores cansinos. Por eso, de lo que pasó ayer se pueden suponer muchas cosas: una puja interna, un rigor mortis feroz del duhaldismo mediante los muchachos de La Plata -con la anuencia o no del Mono Venegas- como suponen los diarios part o full oficialistas o los funcionarios Kunkel y D´Elia, o la caída del discurso representativo que, como sucedió con la clase política durante los meses del sonido y la furia latosa decembrina, hoy le llega a la clase sindical. Dice Fede: "Lo mejor que puede pasar es probablemente lo que va a pasar: al igual que el 19 y 20 de los políticos, no se van a conformar sindicatos clasistas horizontales en reemplazo de la burocracia sindical. No se van a ir todos para que venga...DeGennaro. Pero probablememte esa "burocracia" tienda a modificarse, a adecuar sus formas, sus usos y costumbres, a pulir sus bordes mas gruesos, incluso a depurarse, con el objeto de no desaparecer, de volver a representar." Eso o su per saltum económico.
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¿Y Kirchner? Hoy tal vez resulte menos entretenida la columna de Joaquín en La Nación que la osteoporósica agenda setting del portal de Fontevechia. Extraño es el mundo de la política, ya que la cosmovisión cambia de un día para el otro. No por nada, en la caucásica familia de padre negro, Perfil es el Willis de Página/12: tiene algo de la inconsistencia rabiosa que tuvo Página aquél 20-12 sin su cuota de mística -entendiendo el término tal cual lo pensó el think tank del Partido Auténtico Federal. ¿Qué fue para el peronismo? ¿Qué fue para Kirchner, principalmente? Principalmente. Tres acontecimientos en un mes -López, Francés, Vicente- que marcan una cierta expectativa: en política no hay, nunca termina de haber una fuga hacia adelante completa ni un apocalipsis que aborte una era y puje otra de un período al siguiente. Nada grave, supongo. Pura expectativa.

17.10.06

pocho


"Concibió la perdurabilidad del movimiento que llevaba su nombre en términos de un legado incorpóreo, sin ADN posible, en un éxtasis que lo fusionaba con el pueblo hablante y rítmico ("La más maravillosa música, la palabra del pueblo argentino")."

"Es un carnaval!", lo define alguno ante las protestas de Marechal, para quien la Patria se debía amar en esas caras concretas y no en figuras literarias."Si fuera un carnaval sería triste, como son nuestros carnavales; pero esto es alegre, es otra cosa", corregirá Jauretche. ¿Quién lo habrá organizado? ¿Evita, Mercante, el Capitán Russo, la CGT...?, preguntó otro. "Sólo un genio pudo haberlo hecho, por eso creo que no lo organizó nadie."

"El tour bizarro al mausoleo este 17 de octubre de 2006, es una mueca ya decadente del "carnaval siniestro" cookiano, hoy llevado adelante por dirigentes muy justicialistas ellos. O sea, un fin de ciclo."

"Por eso nosotros hemos luchado sin descanso para imponer la justicia social que suprimiera la miseria en medio de la abundancia; por eso hemos declarado y realizado la independencia económica que nos permitiera reconquistar lo perdido y crear una Argentina para los argentinos, y por eso nosotros vivimos velando por que la soberanía de la patria sea inviolable e inviolada mientras haya un argentino que pueda oponer su pecho al avance de toda prepotencia extranjera, destinada a menguar el derecho que cada argentino tiene de decidir por sí dentro de las fronteras de su tierra.
Contra un mundo que ha fracasado, dejamos una doctrina justa y un programa de acción para ser cumplido por nuestra juventud: ésa será su responsabilidad ante la historia."

8.10.06

en el freezer

o en el horno...

Después del 3-1, confirmo porqué ya no le doy bola a la superestructura del fóbal e interrumpo mi incapacidad de estudio para hojear con obsesión La posguerra sucia del gran Horatio. Objetor de la autoconciencia y el mejor narrador de la ficción política, Perro: ya sé que Frankfurt murió (viva Lukács) pero te falta un poco de Adorno: lo mismo que a Gelman -a quien hábilmente le dedicás La posguerra- si supusieran que la política es una pulsión y que ya no hay novela democrática posible sin carpetazo, otro sería el relato. Y ojo, que banco a los dos tanto como al orden que ayudaron y ayudan a construir.
Verbitsky y Gelman: escritores foucaultianos.

Supongo que en un par de años ya se volverá a hablar de literatura y política y se convocará para tal efecto a tres o cuatro exponentes -muy probablemente, emergentes del blog- y eso servirá sólo como un deíctico más para las urgencias editorialísticas de los suplementos de cultura.
Está bien.

Por lo pronto, sueño con un Literatura argentina y política post Cristino Nicolaides. Tal vez corrigiendo términos o agregando un denominativo económica al título del ensayo. Claró está, sin tozudez argumental -aunque banco, también, a David- dar cuenta de los sueños cinéticos, la ilusión productiva, el blindaje argumental, la satiriasis mediática, el nardalepesismo del star system progresista, el memento mori de los jóvenes escritores, en fin, de los beneficiados por el relato épico: desde la expansión de la economía de servicios a la sustitución de importaciones y desde Semana Santa a Jorge Julio López: el futuro de la literatura, hoy, está en hacer el mejor cover posible.

5.10.06

populismo conservador revolucionario


"Lo popular, el populismo, la necesidad poco constructiva de hacer explicable lo inexplicable con estas palabras. Muy pocos pudieron interpretar este fenómeno de avance de países tan periféricos que no podían ubicarse en el mapa por los ciudadanos de las potencias mundiales. ¿Podemos decir que este es un gobierno populista?. ¿Para que? ¿Para quedarnos tranquilos que este es un gobierno en “disputa” y seguir en los marcos y reglas que el tiempo de “la política” nos impone?."

El post kirchnerismo afectivo ya tiene blog

cuando está aburrido, papá me manda sms'

Te espero a las seis y media en plaza san martin .para honrrar a las victimas de la guerrilla subversiva y anticristiana. Viva cristo rey con minuscula.
12:20 05-OCT-06

3.10.06

el orden

En el '97 visitaba con frecuencia una sucursal menor del Partido Socialista Popular sobre la avenida Alberdi, en Flores, y me llevaba a casa trípticos con la cara de Héctor Polino y fotocopias elegíacas sobre Alfredo L. Palacios. No votaba por edad legal y convicción cohn-benditista: la política está en parte otra, le repetía a mi entorno. Claro que a ninguno de nosotros, por ese entonces, le interesaba demasiado la política; a lo sumo, nos reuníamos alrededor de un librito plegable de no más de diez centímetros de ancho: los prospectos de los laboratorios Merck que encontrábamos sobre las heladeras de nuestras suegras y nosotros partíamos en cuartos iguales para acariciar, en el cóctel, la química sensación de un viaje.

Dos años después, y diez horas antes de lo que sería mi primer sufragio, debutaba también en las mieles del LSD.

Eran buenas épocas, aquéllas: sólo que tardaríamos dos gobiernos interrumptus en darnos cuenta de que el sueño caucásico no era más que otra eréctil utopía stalinista.

Juntábamos pastillas. Tres o cuatro variantes que oscilaban por lo general entre el valium, el alphlax, el lexota y algún antiácido tipo Yastá. Las partíamos en cuartos iguales. El barómetro pivoteaba entre un 0.2 y un 0.5 de ph, aproximádamente. Teníamos todo controlado. El propósito nos lo había enseñado nuestro puntero amigo: esperar unos minutos, largos, y superar la barrera del sueño. Del otro lado estaba el flash. Casi siempre llegaba un poco antes de que alguno se dejara vencer por la narcolepsia. Eran los flojitos. Los porongas esperábamos hasta quedar tontos y jurar que un equípo de químicos encerrados en el ambiente esterilizado de un laboratorio subvencionado por un Estado de Bienestar Armado representaban, lisa y llanamente, la Verdad.

En una de esas rondas escuché por primera vez la idea de que el término merca, con el que se nombra comúnmente a la cocaína, no es un derivado de, pongamos, mercadería: en la etimología popular ABC, la jerga provendría de ese laboratorio germano: merca por Merck, primer sintetizador en base del clorhidrato de cocaína.

Nunca supe si eso era cierto o era otra especulación intelectual de un amigo puesto que había visitado demasiados sites españoles sobre consumo responsable, legislación pro y curiosidades del palo, de esas que tanto circulan por los foros de internet.

Para el caso, toda nuestra variable de flujo se limitaba a eso: una línea más o menos rápida y no mucho más completa que los consejos y comentarios que ilustraban las frases hechas del viejo y querido Clarín Porteño.

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