20.3.09

Su origen de buenas familias, cultura cosmopolita y educación universitaria no es garantía que no se pasen de rosca, como en el 55 o el 76.

Una pregunta para Quintín

10.3.09


Un loco rastrea sus sentimientos en la wiki, descubre que Zoot es argentino y lo postea.

Cuenta la leyenda que en 1972 John Denver brindó un show en Washington D.C. que contaba con el por entonces presidente Richard Milhouse Nixon y el ex premier chino Zhou Enlai entre el público. Denver no era todavía el Poeta Laureado de Colorado, como se lo conocería algunos años más tarde en parte gracias al éxito de su disco de 1974 "Back home again" y en parte por el suceso de ventas que significaría la versión de su clásico "Leaving, on a jet plane" llevada a cabo por el supergrupo folk Peter, Paul and Mary a fines de los años sesenta. "Back home again" sería un disco notable, uno de esos álbumes que la prensa especializada norteamericana etiquetaría bajo la temática "homecoming": el largo canto de un hombre sencillo que regresa a su hogar, le canta una balada a su mujer y le agradece a Dios por ser un chico country. Puro folk de las entrañas de un hombre de ascendencia holandesa, nacido en New México, que llegaría a transformarse en uno de los artistas más vendidos de los Estados Unidos de la década del setenta y que iniciaría en 1969 un largo y sinuoso camino entre el folk singer de cara lavada al militante demócrata catalogado como "El mejor amigo de la canción". Ese es el artista antes conocido como Henry John Deutschendorf, Jr, un hombre que asienta las bases de su carrera sobre el húmedo derrotero de la cultura de su país. Su debut de 1969 "Rhymes and Reasons" es un disco a destiempo, editado cuando Robert Zimmerman vuelve a Nashville después de un accidente y pretende recluirse en el clasicismo sin notar que ya llevaba casi una década interpretando al psicodélico Bob Dylan mientras, al otro lado de la orilla, los Beatles se van a tocar a una terraza para airear el vaho de resentimiento y ansiedad que los envuelve. 1969 no es un año preparado para recibir a un cantautor de pañoleta y gafas, dispuesto a acribillar al mundo con sus canciones gentiles. "Rhymes and Reasons" es un disco intervenido por su discográfica en un intento por homogeneizarlo con la Época: con sólo cuatro canciones originales de Denver, RCA decide incluir una canción tonta y bioycasariana de los Beatles y el hit "The love of the common people" mientras dos composiciones cortas e irónicas hacen las veces de paréntesis: una canción silenciosa de cinco segundos titulada "The ballad of Richard Nixon" y otra de catorce segundos, escrita por Tom Paxton, bautizada "The ballad of Spiro Agnew", una burla a la fórmula presidencial en plena guerra de Vietnam que dice simplemente: "Te voy a cantar una canción sobre Spiro Agnew, y todas las cosas que él hizo". Punto. Silencio. Y el silencio como ironía. Ahí estaba John Denver esa noche de 1972: atravesado por la cultura, por los intereses de la casa editora, corrido a la izquierda por la época, da un show tan contundente y cerrado que a la salida, el premier chino decide comprar 500 copias en cassette del single "Take me home, country road" para hacerlo sonar a todo lo que da en las efervescentes reuniones del politburó. Richard Nixon, mientras tanto, también estaba ahí, escuchando su balada silenciosa, dos años antes de dejarle el mando a Gerald Ford. Faltaba mucho todavía para que ese ícono WASP de apellido holandés, que terminaría siendo un militante ecologista y brazo cantado de la administración Carter, entre en la Historia como lo hacen los hombres sencillos y mitológicos: desatado por el talento, empujado por la Época.

9.3.09

Tanto defender La Rioja,
Tanto luchar y luchar.
Destino de gente pobre,
sufrir y montonerear.

Guandacol, Chepaespetui, Malanzan,
tal vez esos lindos pagos,
no los veré más.
¿Dónde está la que un querer me juró?.
Ella me estará esperando,
pero tal vez no.

Chañaral, Churquicardón, Retamal,
soy Llanisto, soy del Chacho,
soy de La Rioja.
Pobre soy, soy montonero señor,
libres somos los riojanos,
libre seré yo.

Floro Cruz, Apolinario Mazán,
Pancho Argüello, Cleto Luna,
no los veré más.
Pa' otra vez, pecho el fusil donde esté,
es lo mismo, monte o cerro,
para morir pues.

Ya verán cuando se ofrezca pelear,
si medio la montonera,
se desempeñan.
Pobre soy, soy montonero señor,
libres somos los riojanos,
libre seré yo.

5.3.09



























"Lo más argentino que recuerdo haberle escuchado decir a mi abuelo -gallego- sobre el estado general de las cosas -argentinas- fue: 'No mires que después vas a tener pesadillas'."












via: diarios de motocicleta
Entrás a internet con un lápiz en la mano, ves a un hombre de traje y decís: "quién es ese, man".
Y no tenés ni idea.
Porque hace muchos años que está pasando algo ahí afuera y vos no lo sabés.
¿No?
Hacé la prueba:
Entrá a Google, tipeá "jorge barreiro" y después andá a los resultados de las imágenes. Clickeá la primera, dejale el marco si querés, y te vas a encontrar con esto.
¿Quién es el Profesor Luis Montenegro?
No lo sé. Según mi compañero jaramillo_ruido es el "Pibe Valderrama de la mente". Líndo título para un parapsicólogo que se armó una novela del yo con frontpage y cuelga fotos como la que decoran este post y otras junto a la gurú Beatriz Salomón o la vedette Reina "Rich", la madre de Richie.
Ojo, supongo que si ponés "reina rich" en Google también sale y no hace falta buscar a jorge barreiro, como yo, que hoy escuché que el viejo galán le está soplando la nuca a Jesús después de años de abusar, estimo yo, del destape alfonsinista y la gilada barata en los noventa.
Pobre diablo...
Para él, y para el Profesor Montenegro va esta plegaria, y también para Enrique Hrabina, el miki ruk de tres cuartos de cancha a quien hace poco recordé y a través de Google llegué a un post maravilloso de Taringa! titulado "tibia+peroné", donde fui a enterarme, entre otras cosas, que el pase del destinatario de nuestras arengas en la vieja Bombonera pertenecía a José Luis Rodríguez, hoy soldado espiritual del reverendo Luis Palau.
En fin, historias maravillosas que la cultura nos regala a nosotros, niños asustados que no comulgamos con la literatura sin adjetivos.
Como Faulkner, que en la entrevista que posteé más abajo es tan inteligente que a la hora de dejar en claro sus preferencias alcohólicas se cita a sí mismo en Las palmeras salvajes:
-¿Bourbon?
-No, no soy tan melindroso. Entre escocés y nada, me quedo con escocés.
Como yo, que entre el paraguayo y la nada, me quedo con el paraguayo, y entre el algortimo de Google y la nada, me quedo con la paranoia.

4.3.09

El arte tampoco tiene nada que ver con el ambiente; no le importa dónde está. Si usted se refiere a mí, el mejor empleo que jamás me ofrecieron fue el de administrador de un burdel. En mi opinión, ese es el mejor ambiente en que un artista puede trabajar. Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada qué hacer excepto llevar unas pocas cuentas sencillas e ir a pagarle una vez al mes a la policía local. El lugar está tranquilo durante la mañana, que es la mejor parte del día para trabajar. En las noches hay la suficiente actividad social como para que el artista no se aburra, si no le importa participar en ella; el trabajo da cierta posición social; no tiene nada qué hacer porque la encargada lleva los libros; todas las empleadas de la casa son mujeres, que lo tratarán con respeto y le dirán "señor". Todos los contrabandistas de licores de la localidad también le dirán "señor". Y él podrá tutearse con los policías. De modo, pues, que el único ambiente que el artista necesita es toda la paz, toda la soledad y todo el placer que pueda obtener a un precio que no sea demasiado elevado. Un mal ambiente sólo le hará subir la presión sanguínea, al hacerle pasar más tiempo sintiéndose frustrado o indignado. Mi propia experiencia me ha enseñado que los instrumentos que necesito para mi oficio son papel, tabaco, comida y un poco de whisky.
bombo imantado escribe en mi muro:
La escritura no importa, va aimportar después. Pero hay como un
circuito que todos se la creen como si fuesen los abanderados de una
escuelita en la base de punta alta.
A nadie se le crispa nada?

3.3.09


Hoy es un buen día para escribir. Lo sé porque del otro lado el arrozal está en llamas y esta mañana el General Mc Allister me trajo un nuevo par de gafas. Dijo que eran de un charlie y yo le creí porque vi en su rostro los gestos del odio hacia esos asiaticos malnacidos. Es una cosa así: la frente succionada en dos grandes pliegues de piel que forman una especie de segunda cara que te mira con sarcasmo y soberbia desde la cabeza del General. Yo creo que son sus pensamientos, que luchan por salir a la superficie.
Una vez me pasó algo parecido, allí en Minnesotta. Estábamos con los boys lanzando un par de bolas en el backyard del pequeño Jimmy, el hermano de Ronnie, mi compañero de tienda aquí en Saigon. Jimmy es hemofílico, por eso nunca la va de catcher. Recuerdo la primera vez que nos dijo la verdad: "hey boys, soy hemofílico, no puedo arriesgarme a un golpe", y desde entonces todos lo protegimos: Randy le compró para su cumpleaños un casco y un traje especial con goma espuma en el pecho que resiste un lanzamiento a doscientos kilómetros por hora. Jamás olvidaré su rostro el día que le regalamos el uniforme: la frente arrugada, la sonrisa inmensa, Dios, era tan parecido al General. Ahora hace varios años que no lo veo. Ni a él, ni a Bobby, ni al bastardo del profesor Harris que nunca aprobó que yo me alistara en el ejército, maldito rojo. A todos ellos les voy a dedicar esto, mis palabras de trinchera.

2.3.09


Hay que aprovechar los pocos minutos de vigilia activa que tiene el día para hacer algo, pensé, pero eso lo pensé después, porque cuando me levanté lo primero que escuché fueron los alaridos de guitni jiuston en el programa de Tenemgúmeno. Después, como diría bombo imantando, me hice una quimio con Among the living al taco para darle átomos a los dos cuadras que separan nuestro santuario de la Estación Ernest Mandl de la línea B de subterráneos. Acá voy, rojos, pensé, y mientras bajaba las escaleras descubrí que aún guardaba en mi bolsillo la bolsa de Coto con la que había pensado levantar la mierda de winter en nuestro paseo matinal. Todavía la tengo al lado, por las dudas. No son ni las diez y media de la mañana y ya fallé: no logré configurar el reloj que registra las entradas y salidas de los empleados y ahora tendré que llamar a la empresa y pagar un canon. Mientras tanto, me entretengo con otras cosas. Donato Spaccavento aceptó mi solicitud de amistad en Facebook y veo que es bastante popular y que sus amigas le dejan comentarios sobre lo poco que lo beneficiaba el corte de pelo aquel día que apareció en TN y cosas así: además le gusta Nightwish y El ruido y la furia y otras cosas más del palo. Todavía no tengo ninguna opinión formada al respecto. Ayer, mientras escuchaba ese tema de Carlos Solari que dice que los sesenta fueron tres putos años nomás, pensaba que con el tema de la crisis y la suba paulatina de los precios relativos, los niños generosos de la cultura cebollita, ayer transgresores, ahora se van a volver nazis rasos de la literatura: la literatura vuelve a sus raíces reaccionarias. Pero no estoy seguro. Eso no lo pensaba ayer, lo pensé hoy. Y hoy ya fallé. Voy a seguir como si nada. Hacia adelante.