27.8.06

heráldica del sujeto

La idea de S. hace unas semanas: presentarnos al Fideicomiso para sustentar una revista barrial de corte levemente K. Levemente. Él quería arrancar ya desde el número 0 pegándole a Fonte; yo, conciliador, dar vuelta el discurso como la cola de un gato.
Por supuesto que me banco mi arborescencia: soy el mismo caucásico republicano que odio cuando miro el espejo.
O como dice M. Zamora en este texto que no puedo terminar de leer -es domingo: ...tratando el problema de la identidad como un proceso creativo no como producto final.
No sé.
Tengo ahí en la cola de espera mis comentarios reales de infancia: cuando tenía cuatro o cinco años, sacaba una silla del living de la casa de mis abuelos al balcón y me ponía a imitar a Alfonsín. La gente me miraba y se reía. Entendían.
Mientras tanto.
Me pregunto qué entenderán los muchachos de la Fundación Lebensohn por creaciones que remitan a la diversidad cultural. Según Ella, algo así como tribus urbanas. De mi lado, una cosa seguramente más obvia. No sé qué entenderá el jurado, por lo demás. En cualquiera de los casos, pienso: no hay. Como P que pensaba que yo era estudiante de Económicas y entiendo el porqué: la cultura es un filtro para esa diversidad. Soy de la quinta que vio una selección de ministros de hacienda que nunca llegaron a los cuartos de final. Me imagino, entonces, que la respuesta está en el banner que abre el portal: sobre un fondo de flores silvestres saturadas, una frase de Benjamin Franklin: "Jamás hubo una guerra buena... ó una paz mala".
Mientras tanto.
Latoya va por su nueva semana de celo. Maúlla desesperada como un bebé negro de la Colonia Neumann. No tengo tiempo. Pero tengo que llevarla a castrar. No me imagino a mí mismo acariciándome contra una pila de bolsos con ropa para lavar.
Yo, por ejemplo, hoy me levanté con un punto negro menos en la cara y las marcas cuticulares alrededor de otros dos.
No es justo.

24.8.06

crack


La densidad del pretérito en el apellido de mi odontóloga me sedujo desde el primer día. Dra. Besada. Un instinto ciclópeo y una aversión genética al dentista me llevó a este record: llevo más turnos reprogramados que plazos en el vencimiento de la deuda externa. Pienso lo mismo que el otro día: si nuestra relación con la política pasaba por chistes epigonales y asociaciones mediatas, hay cosas que ya quedaron en desuso. Habría que rearmar todo un relato de nuevo. En su momento, me jodía un poco -pero los entendía; ahora ya no- los que, por decirlo de esa manera, se quedaban en casa llorando al son de un cassette grabado con doce versiones distintas de Amanda, mientras en la esquina construían un nuevo shopping center o mall o lo que fuere: hoy, supongo, la sinecdóque sería: colgarse, una y otra vez, viendo CQC. Volvía a las dos y media de la mañana en el cuarto taxi del día el día que la bajada de bandera subió un 9% pensando en la palabra época: no sé qué significa; en mi estado tonto, supongo, me retumba siempre con algún poema de Giannuzzi: siempre eso de levantarse y buscar a tientas una camisa, etcétera, etcétera. En realidad: la necesidad de refugiarse en un poema, rearmar todo un, etcétera, etcétera. Que alguien venga y te diga: Teorema es una metáfora predictiva sobre el SIDA, querer regalar ese libro por una lectura anacrónica, marxista y egocéntrica que nada tiene que ver, ir recopilando datos a la manera del Tata Yofre para poder conocer al otro, querer regalar, que los días se pasen una y otra vez reescribiendo el mismo relato de maneras diferentes hasta que llegue el día, más tranquilo, menos químico, más boludo, mucho mejor...

20.8.06

los guiños

Tras un bardeo público, las disculpas íntimas. Hoy: desayuno en horario y P y P. Vagos encomios a Copani. Las pastas: bien guardadas. En la contratapa de Sebrelli, un artículo de Tabarovsky y la foto de Kohan. A menos de veinte centímetros, las últimas páginas de la novela de marras. Se lo acerco. "Después leéte esto." Lo lee. "¿Y?" "Demasiado". "¿Leíste Literatura de Izquierda? -después te lo presto." Mucho diario y poca lectura: concentrado en Tamariscos, recortar a Raimondi y la relectura de un oldie but goldie de Gandolfo, Elvio E. Acá: un texto malo, interminable, un trabajo práctico feo para el taller de Charlie Feiling. "Pudo haber sido el mejor escritor de los noventa pero se murió jóven." Un acuerdo expropiado de él: La larga risa de todos estos años fue el mejor relato sobre la dictadura. La única política que me interesa, ahí, es la mini. La única literatura que me interesa, es en la que el autor se auto corre por izquierda. O por derecha. Una literatura a lo Nikki Lauda. Inmolarse por accidente. Un pasaje de D.T., sí me gusta y va por el lado de mi lectura positiva de su libro. Literatura y política. Radar, Perfil, me faltaba la Ñ: la compré por la tapa de Dylan aunque crea que el Nobel haya que dárselo a Lou Reed y terminé leyendo sólo la columna de Aulicino. Síntesis: hago política rosa, de nenas. Pasar la tarde en un Disco, anotando mentalmente los productos acordados por el gobierno, con mucho dolor de cabeza por un viernes terminado a las cuatro de la mañana, conducido por un taxista duro por San Juan. "Ahí es cuando te empezás a volver un poco humanista", me dijo un amigo fotógrafo que desde que fue paparazzi se obsesionó, como Cassavetes, por las caras de los otros. Entonces: seis y media de la tarde, mensaje de texto y un verso de Dylan -pero el otro: "Hombre, sé mi metáfora". Política rosa. Ahora puteo: cada vez cuesta más postear. La condición de posibilidad del blog, también, es la memoria RAM.

escalera al cielo


–¿Cuál es el defecto capital de nuestros días argentinos?

–Temer a la libertad. Vivimos negándola en los actos, mientras nos llenamos de palabras huecas. No hay que temer a la libertad. Democracia es la traducción práctica, la mejor traducción de la vida en libertad. En la democracia caben las concordancias y los desacuerdos. Democracia es diálogo, es discusión, es diferencias, es coincidencias, es la posibilidad de pensar y de proceder, es emulación. Los totalitarismos emparejan, aplastan, masifican. Estamos demostrando día a día que tememos a la libertad. He ahí la clave de nuestros problemas.



(vía Seba, vía el blog de Felipe)

17.8.06

signo de los tiempos

(...)
Como el concilio: uno de los videoclips que se me vienen a la cabeza cuando recuerdo la época de oro del canal Music21 es uno de Prince. Sign 'o' the times. En casa, llegaba el cable y como teníamos un Grundig relativamente viejo -pero 21 pulgadas y a color- no agarrabamos los 65 sino apenas 13: conectaba el cable de audio/video a la VHS y con su memoria de veintipico de señales, enganchábamos una lista preconfigurada de canales. Music21 era uno de ellos. Roxette, Ace of base, Guns 'n' roses y el de Prince que siempre recuerdo: funk reconstituído y un tipo del cual nunca había escuchado mucho, me parecía medio bala y sólo conocía su enorme participación en el soundtrack de la primera de Batman. La mejor.
***
Batman la fui a ver con mi abuelo. El gran personaje de la familia. Character with character. Por él me hice de izquierda y por él aprendí que sólo la derecha acepta la ideología como un inciso más de la cotidianeidad material. Gran enseñanza. La fuimos a ver en Miramar, guetto de judíos, gitanos y bulldogs, según un graffitti oi pintado en la calle 19, a una cuadra del edificio. Pero también de gallegos. El libro que más disfruté ahí fue uno de Copi, creo, o de Tangalanga, no sé. Yo no leía y mi viejo me cagaba a pedos por eso. Varios años después me compré uno de Jorge Abelardo Ramos y mi primero de Flaubert. El que veía todos los días y nunca compré era uno llamado Frivolidad.
***
Les decía el otro día: "todo bien con Abelardo Castillo. Pero para mí es el opus dei. Numerarios que creen que la literatura es un constante cut and paste sobre el molde de El Capote o la discografía completa de Chejov. No entiendo qué clase de tradición es esa."
***
La novela de los noventa pudo haber sido Vivir afuera o El traductor pero probablemente haya sido Punctum. Frivolidad es un buen nombre pero nada más. Hay algo del orden de la política aliancista en reducir una década a una virtud determinada. En el '99 la capa caucásica vota la oficina anticorrupción y tres años después salen a imitar estrategias del Varela Varelita. Ningún concepto extraído de un diccionario y formado en un monólogo de Enrique Pinti puede ser tema de literatura. No, por lo menos, de esa que le jode un poco la cadena sintagmática "El refugio de la cultura", por ejemplo.
***
Recién escucho que alguien dice: "Nunca sobran tres líneas. Acá hacemos más cambios que en Economía". Pensé: "eso es viejo. Ahora había que decir: más cambios que en Desarrollo Social".
(...)

14.8.06

promotor


Son días musicales sin música, sin caja de ritmos o línea de bajos clara, pero no importa. Reconocí el sábado: si tuviese un mínimo de talento musical, mandaría todo a la mierda: la literatura, la política, el trade-off social y el pago de impuestos: me pondría una banda. Hoy, mientras sonaba en la radio What's up, Seba confundió Four non blondes con Boy George (insisto: el clon más perfecto que conozco de José Luis Rodríguez Zapatero). No lo entendí. No tener bien en claro quiénes fueron los cuatro no rubios es haber perdido en el camino un pedazo importante de los noventa. Como los parripollos, el paddle, los templos pentecostales; bah, toda la letra de ese b-side de Babasónicos. Pensé en esto: quizás sea la edad, pero me desentiendo de la gente que, sacando lo micro y macro económico (y es discutible, también) desprecia esa década llamada noventa...

valle de la muerte sesenta y nueve

"Con el dólar barato de Martínez de Hoz pude encargarle mi primer grabador National Panassonic a un amigo de la familia que viajaba seguido a Miami por esos negocios turbios que se hacían entonces. Era la época de la plata dulce y yo todavía ignoraba que el tipo de cambio iba a incidir en mis posibilidades futuras de acceso a la música. Tampoco me preocupaba mucho."

13.8.06

c.v.

Cuando escuchaba la voz lluviosa en el UHF solicitando un móvil a avenida La Plata y Rivadavia o Charlone y Lacroze, por ejemplo. Decía Charlone: una bilabial atravesaba la frecuencia, imaginaba los labios gruesos, juntos, cerrando una aguda, contra el intercom de la radio. En la GNC donde paraban el resto de los móviles, había averiguado su nombre. Clara. El 737 que alquilaba el taxi y todos los días a las seis de la tarde viajaba a la central a retirar las llaves y los papeles, la conocía. ¿Era fea? Lo habían jodido con el típico chiste de las películas yanquis: las locutoras de las hot line que uno no ve y terminan siendo amas de casa gordas y desaliñadas impostando la voz atemperada de una princesa caucásica del sexo a distancia. No le importaba. ¿Necio? Un porteño standard con un promedio de veinte años arriba de un taxi estaría dispuesto a romperle la cabeza a cualquiera que le diga necio por sólo sentir un hormigueo en la clavícula al escuchar la voz de la recepcionista de un radiotaxi en un mínimo de cincuenta o cien veces por día. Clara. No pensaba en la justicia poética del nombre. Trataba de hacer las rondas por Colegiales, cierta zona de Palermo, algo de Belgrano; ahí la radio enganchaba mejor y se escuchaba más claro. El 304 lo aleccionaba: decía que si recortaba el perímetro sólo para oír la voz de Clara, desperdiciaba el verdadero valor de su voz: un viaje desde Plaza de Mayo a Ezeiza, por ejemplo, pagaba el gas, un café con leche y dejaba unos pesos de vuelto para aceptar otro viaje similar de veinte o treinta mangos y con eso una boleta de luz. Pero prefería su voz a la radio o a una charla anodina. Eso también pagaba. Le hacía chistes: la invitación eterna a un asado era tema constante. La imaginaba flaca, mejor: mucho más joven que él, rolinga, probablemente, afecta a unas cervezas y un porro los sábados o domingos de franco. Circulaba en un radio de diez cuadras a la central pero no se atrevía: la virtud de los dueños de licencias de taxi es que no necesitan fichar, rendir cuentas diarias: el abono de un canon mensual es suficiente. Cada vez que escuchaba su voz, cuando empezaba su turno, llamaba a la central, usaba el canal general y le decía a todos los móviles activos que era la mejor voz, la que mejor modulaba, un encanto, la más expeditiva –decía expeditiva-, un gusto y un lujo trabajar con ella. Algunos se reían. Quizás sea mucho decir, pero alguien lo escuchó y la reacomodaron. Al mes siguiente, dejó la radio y se ocupó de tomar los llamados y cargar los viajes en la interfase. Menos horas, mejor sueldo. El 521 seguía diciendo que era horrible, físicamente horrible; él también la conocía, que se la había cogido, que era frígida; se reía y se hacía el superado. Él no. Necio. Fracasó pero a Clara la ascendieron. Algo había logrado.

9.8.06

ex


éxito la pegó: hace honor a su nombre. hablamos de la puesta en circulación y en situación, también, de una pregunta. ¿necesaria? bueno: toda pregunta cuando surge, pareciera brotar de alguna necesidad. había tirado alguna vez acá que toda generación -literaria o no, pongamos: literaria- tiene el derecho de reproducir esa oracioncita: con literatura, una generación. ¿es el mercado un eje para guiar la producción literaria? habría que ampliar un poquito más el término sino no me convence. lo que decían en puán sobre aira cuando empezaron a girar sobre los talones del sí: saturación del mercado, reproducción entrista de su lógica, publicación desmesurada en editoriales chicas -interzona, viterbo... claro: a aira todavía se lo consigue en saldos de emecé a menos de tres dólares y lo edita mondadori a precio de el corte inglés. el mercado. el mercado, en su mejor forma, es una de las repúblicas posibles de alberdi: como los contratos millonarios de la fifa o los recursos del tesoro nacional: contra una "literatura de notables", formas populares de democracia: clase básica de novela popular y folletín. el mercado. en los comentarios de monolingua, se hablaba de la ampliación de escrituras: cada vez se escribe más. que el mercado, entonces, traduzca la precarización de los modos de producción y acceso a los canales de distribución -escribo y me busco un sello que me edite- es una parte pero no alcanza. ¿puede el sello -y teniendo en cuenta el recorte de editoriales y de poéticas que hace haceme llegar- suplir la ausencia de un programa sedimentado de escritura-publicación? ¿sintetizarlo? falta el sujeto pero está la orga: ¿algo así?. son apuntes: ¿o al final SÍ había política en los noventa?
(...)

5.8.06

con la democracia se coge

Había que esperar una llamada o un timbre. Mejor un timbre. A medida que corrían los minutos, aumentaba la ansiedad. Eso que segrega el cerebro o el sistema nervioso central cuando se está a la espera de algo. Ansias, ansias. Descorchamos un vino. Prendimos uno. "Mirá lo que me regaló mi hermana", me dice. Dos veces junio. "No sé, no sé -le digo: había estado intentando calmar la ansiedad pegando fotos y papeles a lo largo del depto: una de Gainsbourg mal recortada, una de mi abuelo sonriendo a una polaroid con el mar, supongo, de una playa de Miramar detrás y al borde la inscripción con birome: sexy seide, una estampita de La Milagrosa comprada a una nena en el subte- No sé. Quizás Kohan sea un tipo que si charlo una noche llego a más acuerdos que a otra cosa. Pero esto. En literatura no me va. Es como escuchar a Las manos de Filippi, ¿no? Además ellos: Sarlo: todos ex maoístas, alfonsinistas de izquierda: parecen los pibes de Formosa 114, los Irrompibles". Le pedí prestado El otro, la biografía de Duhalde que escribió López Echagüe. Literatura política. "Mirá que con eso al final te hacés duhaldista". Miro la solapa: HLE parece Bolaño: en el acto de prender un cigarrillo, tiene el filtro tomado con los dedos de la izquierda y el Zippo con la derecha. Todo de negro y el humo detrás. Tomo un extracto al pasar:
El gobernador está exultante. ¿Qué importancia tiene que Menem continúe tramando su reelección? Para lograrlo de manera legítima, con consenso, deberá alcanzar un acuerdo con el radicalismo. Y a Duhalde, al menos esa noche, le parece improbable que semejante cosa suceda. ¿Cómo podría Alfonsín pactar con un gobierno al que habitualmente tacha de fascista y autoritario? No, no será posible.
Después hablamos del drama K: "Yo ahí soy kirchnerista ortodoxo. Todo lo que hizo para cerrar los setenta. Hay que terminar con el 24 de marzo, loco. Digo: el relato. Sino no vamos a poder hacer política nunca. Vamos a hacer pasantes del lobby setentista toda nuestra vida." "Pasa que va a ser difícil militar en el 2011." "Sí, ya sé". Después pusimos un disco de Happy Mondays. Era viernes. A las diez menos veinte, sonó el timbre.

4.8.06

travesti

"Si fuera cubano, no me interesaría la literatura. La cultura. Si viviera en Cuba. Comandaría una zafra, administraría un latifundio con bonos estatales, en todo caso: operaría en los circuitos de cuadros medios del PC"

"El blog pertenece a la poesía"

"Todo bloguero con ansias literarias acaba por escribir algún poema / Secta, Política"

"Postulo un encuentro de luchadores blogueros en la Federación de Box"

"Ellos no. Ellos leen un sólo libro"

2.8.06

abajo el sistema representativo

Un sábado como un viejo video de Queen: una fina capa de cera
en el parquet
después de barrer y baldear: me ocupo de la casa
limpio y acomodo el living, ordeno
los estantes, los cuartos, todo eso me lleva exactamente dos horas y media
escuchando esa radio
en la que transmiten
una sinfonía en stretto de un empleado sublingual
una categorización del nivel adquisitivo como enfisema de la intervención pública
ocupa la hora y media que resta de programa
y puesta a punto de la casa como el ama que no soy
pero que por un instante de ampliación modulada: eso
y cada fragmento de eso: también
se define
de acá / en adelante.

1.8.06

la ficción política II


Por historia entiendo otra cosa. O sea: madre pequeño burguesa que en los años de plomo de los años no sabía nada, maestra jardinera de escuela pública de Villa Lugano, votante radical, anti peronista, porque en la época de Isabel te obligaban a poner una foto de P. en todos los comercios y mi abuelo, que había sido cafetero del Viejo, contrabandista de cigarrillos en una banda liderada por el segundo de José María Guido, también, también es radicheta, mejor: alfonsinista, en cambio padre europeo, nacionalista, afín al sindicato único de separatistas de una república anexada por el imperio castellano, tan ácrata que nunca se le dio por terminar la universidad, que casi termina cura y salió agnóstico, él, se vino a fines de los setenta y le dijo la posta de lo que estaba pasando, él, cedió y se casó por iglesia, madre católica por creyente, él era -es- contrera porque Perón le vendió granos a Franco y entonces era fascista, y por él no hay izquierda argentina, marxista, ¿no?, él, que no me hablaba en español sino en su lengua, me mostraba fotitos del Che, me hablaba, bien, de Lenin, Fidel, el último capítulo del siglo XX, decía, en la mesa: todos los policías son botones por naturaleza, y ella, no, ella trabajaba y entendía, votaba a Angeloz, al Frepaso y a la Alianza, prefería a Graciela, porque conocía el ámbito público, y nosotros, afiliados a IMOS, nos atendíamos en el Muñíz, donde una vez de chico vi una cucaracha volando, mi pediatra, mismo apellido que la interventora del Pami, nos atendía de onda, porque había dejado de atender a IMOS, IMOS no pagaba, entonces, en casa, la premisa era: podemos no tener cualquier cosa pero no podemos no tener cobertura médica, y un día nos pasamos a la prepaga del Italiano, y todos festejamos cuando lo metieron en cana a Menem, el hijo de puta que pregonó: la política es el arte de lo posible.
(...)