11.7.06

los condenados de la tierra


Estoy escribiendo a contrarreloj, antes de la parada programada dispuesta por Blogger a las 4:00PM. Más información: pensaba empezar esto así: ¿de qué sirve todo esto si no es para colgarse de las tetas de una discusión ajena? Se postea y se comenta sobre espiritualidades, afiliaciones y gastroenteritis. Un amigo brillante y poeta sublime del reggaetón político me ladea como al pasar: "pero vos no dejás tan expuesto tu kirchnerismo, qué sé yo, está bien." Poeta argelino, él, y operador de la vieja tradición ad hominem, me conoce. O como quise explicarle el otro día a Zizou: yo era una cosa antes de 2001, una cosa después y otra cosa pasado el 2003. A ver: soy kirchnerista por el después, más allá de una afiliación y afinidad simbólica -yo, por lo menos yo, así entendido, como yo lo entiendo, yo: no me atrevo a hablar de espiritualidad, respetuoso de la intimidad arbórea y pública de una familia- más allá de todo ESO, por supuesto, tan repetido que ya ni da, tan percudido por la "opinión publicada" que se aceptan en igual medida abroquelaciones y oposiciones. Yo no reniego de mi estómago: dije alguna vez en este ámbito que apreciaba y hasta me consideraba groupie -aquéllo que olvida la vergüenza y la condición de sujeto frente al objeto de su deseo- del Mono José María Díaz Bancalari. Igual que lo soy, lo fui, de Alfonsín, de Duhalde, de Kirchner, de la retórica de poder K aunque ahí también es cuando entra en juego mi enano republicano y se repliega -por eso esa misma noche confirmé mi ida: de militante social a militante de la cultura blanca y académica. No reniego por esto: porque tengo la política -ese inviolable lunar de nacimiento- y la recepción de la política. Me obsesionan los cambios fisiológicos que perpetra una época. Sé que no se entiende: el lugar de participación es mínimo y fogoso (entre el esplendor post-asambleario, la ingenuidad, al chiste cínico contra los troscos hay menos de dos años de diferencia). El lenguaje, la gramática de la intervención es todo lo contrario. Y desde el nicho pelotudo busco una excusa para hacerme cargo. Después lo explico.

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