Se había mudado en el momento ideal. El cociente de indexación había bajado y la especulación en el tasado de las propiedades con respecto al valor del dólar también. Nadie hablaba de inflación. En las películas norteamericanas, Alonso había aprendido que en determinado momento los padres despiden a sus hijos de casa. Juntan ahorros de toda la vida, les consiguen una beca y los mandan a la universidad. Son adolescentes, nerds, porristas, freaks o ídolos deportivos, de contextura física amplia o abarrotados de acné. Alonso llevaba ya cinco meses viviendo en San Cristóbal cuando conoció a Sonia. Eso le permitió crearse a sí mismo una imagen de housekeeper sobresaliente frente a ella. Le cocinaba, le mostraba lo que había comprado, encendía sahumerios, no escatimaba en cenas, le gustaba.
Sonia le gustaba.
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