31.7.06

la larga risa de todos estos años

Había arrancado con la idea de que el blog tenía que intentar ser una continuidad más o menos actualizada de sus fragmentos. Un verdadero folletín o novela por entregas; una novela de ideas: o sea: un blog no mitalista, podría decir Alan. Unos post más abajo publiqué un desordenado cruce de recortes que cuando lo leí ni yo lo entendí, apurado por publicarlo en horario laboral, pero que después ya no quise borrar. Hablaba de Birmajer. A ver, nada que ver pero viene al caso: a mí también me molesta la idea de despolitización. Y eso que durante mucho tiempo la enarbolé como plataforma retórica. El pretendido "regreso de la política" post-diciembre me parece una farsa, en algún punto una boutade o una ingenuidad: recorridos casi un lustro en este camino del Argentinazo, parece menos un putsch revolucionario que una ampliación porcentual en la medición del share minuto a minuto del rating receptivo. Las desbocadas verbas del pensamiento parapolitizado son más fáciles de identificar y fraguar que el psicópata de Belgrano: en el identikit salimos blancos, académicos, compungidos, a la cabeza de un movimiento invisible. Con esto quiero decir que no descarto que si hoy se armara una antología de nueva narrativa argentina -de eso estoy hablando- yo votaría el título "La selección trosquista". Si hay algo que tiene la democracia es la complejidad que niega un estado policial político-armado (una dictadura): la política deja de ser una vara con la cual se mide la acción ciudadana y pasa a ser la acción misma. La ciudadanía y sus reglas. En democracia -esto jode- todo es política. Por eso me gustaba lo que Birmajer dejaba entrever en su artículo de pose apolítica, un poco peligrosamente ingenua, dentro de lo aburrido que es: no hay, no habrá, es imposible que haya una línea de continuidad entre las políticas económicas del gobierno militar y las de Carlos Saúl. Precisamente por esto, dice: "(la convertibilidad) fue votada dos veces por la mayoría del pueblo argentino y se llevó a cabo no sólo en la plena efectividad de la libertad de prensa y con la totalidad de las garantías constitucionales, sino en el marco de la Administración más pública y libremente criticada desde el retorno de la democracia."
De ahí se suele tejer la trama post-fascista de la masa enceguecida. Lo que no dice, no puede decir es la complejidad inherente del relato histórico, aquélla fábula donde lo que se puntea es una relación simbólica y sintáctica más difícil de identificar que la del conteo de porotos, el liderazgo político como cabeza final de prosopopéyicos fascios di combattimento o el referendum del voto cuota.
No hay ni habrá relato si no se barre con el concepto de menemismo.
(...)

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente hermano